miércoles, 13 de diciembre de 2023

43.- La envidiosa arpía

  "La Harpía"


-En la mitología griega, las harpías o arpías (en griego antiguo Ἇρπυια Hárpyia, ‘que vuela y saquea’) eran inicialmente seres con apariencia de hermosas mujeres aladas, cuyo cometido principal era hacer cumplir el castigo impuesto por Zeus a Fineo: valiéndose de su capacidad de volar, robaban continuamente la comida de aquel antes de que pudiera tomarla. Esto las llevó a pelear contra los Argonautas-


Me dirijo a tí que, aunque no lo sabes de cierto, sientes que un día, en tu niñez, se te vino una pesada loza encima, cuando nació tu siguiente hermanito. Si fuiste el primer hijo, hablamos del segundo y si de éste, el tercero y así sucesivamente.


En un momento determinado hablamos de los demonios familiares que no son otra cosa que una categoría de arcontes, voladores, como gustaba denominarlos Carlos Castaneda; pues bien, dentro de la Naturaleza, las harpías que no son otra cosa que la simbiosis de un humano y un demonio familiar, vienen a éste Mundo con la intención, no podía ser de otro modo, que hacerte la vida imposible. 


Tus primeros años de vida parecieron un Cuento de Hadas; pero cuando llegó la Harpía notaste que toda esa ilusión se desvanecía y no era porque todo el cariño de tus padres fuera sobre ella, sino que, como el cuclillo nacido en el nido del pardillo, requiere para sí todo el esfuerzo de sus padres adoptivos. La Harpía, efectivamente, es como ese cuclillo que lanza fuera del nido a las verdaderas crías de la pareja de pequeños pardillos.


Toda la atención de los padres se dirigen a la Harpía y tú te sientes, dentro de tu familia, como al margen de todo; como si todo, en la vida, orbitara alrededor de la Harpía. No solo te sientes en un segundo plano sino que eres, literalmente, Invisible para tus progenitores.


El tiempo vuela y, con dolor y a la fuerza, aprendiste a no tener razón nunca, a pedir perdón contínuamente y sin motivo, porque con la Harpía no se puede discutir. Ella siempre parece tener la razón y poco a poco, te vas anulando hasta que un día, por amor propio, decides abandonar el Nido porque en un lugar tan estrecho no puedes convivir, tú, tus padres y la Harpía con toda su progenie.


¿Verdad que aunque te sientes identificado con el relato de la Harpía, te cuesta reconocerlo? A todos nos pasa, pues ¿Quién desea mostrar los trapos sucios, de la Familia, en público?, a nadie, creo yo.


Bien, ya lo perdiste todo pues la Harpía te lo arrebató todo; pero, tras huir, la Harpía parece revolotear permanentemente a tu alrededor como si estuviese unida a tí por un potente imán. No, no te apures, no se trata de karma o que hayas hecho algo malo en vidas pasadas y tú no lo recuerdes.


Lo que sucede es que tú eres una Persona Especial, destinada a despertar y convertirte en uno de los paladines de la Humanidad y los arcontes no desean que despiertes tú, ni que ayudes a despertar a la gente que te rodea. Ellos nos desean profundamente dormidos y como intuyen lo que sucederá, mandaron tras de tu nacimiento a ese Demonio familiar que al unirse a tu hermano menor, da lugar a ese Ser, a modo de Terminator, que estamos denominando como Harpía.


La Harpía no es otra cosa que un Humano profundamente dormido, cuya Personalidad está dominada y controlada por un Demonio Familiar, un Arconte de lo más bajo de la jerarquía, como un Espíritu de la Naturaleza, un duende o hada malignos y que solo desea molestarte contínuamente y, si fuera posible, destruirte para que no levantes cabeza.


Así la Harpía logra hacer ver a los que te rodean que tú eres la oveja negra de la familia, el fracasado y que sin su ayuda no podrías sobrevivir. Sí, porque esa es una de las estrategias propias de las harpías, pretender que te están ayudando y exigir de tí una lealtad y agradecimiento eternos, echándotelo en cara todas las veces que fuese necesario, tanto en privado como en público para humillarte, desarmarte y vencerte.


Nadie conoce la Historia de la Familia como la Harpía gracias a su Demonio Familiar. Claro que se trata de una Historia parcial y tergiversada desde su particular punto de vista porque sí, tú eres un ser mal agradecido y desleal porque no has mantenido una sumisión eterna a los deseos de tu Harpía.


No te extrañe el que tu Hermano menor te haya convertido, ante la gente que lo rodea, en un pobre desgraciado digno de lástima y que actúa por pura maldad contra aquellos que, así dicen, te han ayudado toda la vida. Una ayuda interesada no es una verdadera ayuda; pero claro, la harpía no reconoce ese dicho que dice "lo que tu mano izquierda haga que la derecha lo desconozca". Las cosas se realizan desinteresadamente y sin estar echándolas en cara contínuamente. Por un favor que hagas no puedes pretender tener un esclavo sumiso a tus piés y para toda la Vida, sobre todo si no lo mereces. Y creedme si os digo que la Harpía no lo merece porque todo lo que realiza está planificado, ladinamente, para cubrir las necesidades de su obeso egoísmo a costa de todo lo tuyo y, si pudiera ser, hasta de tu propia Alma.


Así, aunque huyas lo más lejos posible, más pronto que tarde la harpía hará acto de presencia para seguir haciéndote parte de su rapiña; porque tienes que ser consciente de que la misión de la Harpía es ser tu sombra, no despegarse de tí y hacerte la vida lo más complicada posible para que no tengas un solo minuto para tí y lo uses en tu despertar espiritual. La Harpía cumple con su función de hacerte la vida imposible y para eso usa a tu hermano menor que está profundamente dormido y soñando el sueño de los justos entre las miles de canicas que conforman su disgregada Personalidad. Sí, porque la Personalidad de tu Arpía no es un Ego Humano, sino una suerte de Egregor maligno que busca tu perdición para que la Humanidad siga tan dormida como siempre, como reses lecheras siempre dispuestas para ser ordeñadas.


Recuerda que aunque la gente que te rodea vea a la Harpía como a la víctima de tu supuesto mal comportamiento, deslealtad e ingratitud; todo ello no es más que puro postureo por el que tú no te debes de preocupar. No entres en esas luchas que no conducen a nada, solo a distraerte, y deja que la Harpía se alimente de tus sobras y excrementos. No pierdas ni la paciencia ni la cordura, pues ese Ser que lleva toda su miserable vida jodiéndote la existencia no es tu verdadero Hermano sino un demonio enmascarado, pasándose por aquello que no es.


Intenta que que los aullidos de la Harpía no te afecten y sigue con tu trabajo. Quizá, solo quizá, cuando el Demonio Familiar vea que ha perdido la partida, salga del cuerpo de tu hermano y para, como el volador que es, dirigirse a campos más productivos para cumplir con sus intenciones. Quizá, gracias a tu actitud, tu hermano pequeño pueda despertar a la Verdad de que su cuerpo estaba siendo manipulado por un asqueroso demonio.


¿Te sientes reflejado en ésta Historia?


Aralba R+C 








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