viernes, 15 de diciembre de 2023

81.- Los medios de racionalidad agnosticos

  “Los miedos del racionalismo agnóstico”


A.M.L. “Rosa Mística” de la F.R.A. española


¡Paz, Tolerancia, Verdad!



Encontrarse desprovisto de algún tipo de fe, ya sea ésta religiosa, mística o filosófico espiritualista, es algo muy triste pues deja al Individuo a la suerte de las imprevisibles olas de la existencia.


Son legión aquellos que opinan que nuestro único y verdadero hogar es el Planeta Tierra y que éste debe de quedar intacto para las nuevas generaciones, como si sus actuales habitantes fueran a vivir en los cuerpos de sus descendientes. Esto, claro, es producto de un instinto, muy arraigado, de conservación de la especie.


Nuestro Planeta, escuchen bien, tiene más de cuatro mil quinientos millones de años de antigüedad. Eso según los últimos estudios geológicos; pero podría tener, incluso, muchos más. Durante un corto período de unos once o doce mil años, los últimos de nuestra Prehistoria e Historia, se han sucedido una serie de civilizaciones que han ido siendo sustituidas por otras más recientes. De las más antiguas, conocemos o muy poco o nada.


Esos, como mucho, quince mil años son como un mero suspiro en mitad de toda una vida, lo que nos tiene que hacer pensar si nosotros, como Especie Humana, hemos sido la única civilización tecnológica sobre la superficie de nuestro Planeta.


Es muy probable, aunque no hayan quedado evidencias arqueológicas, que durante esos cuatro mil quinientos millones de años se hayan sucedido, sobre la superficie del Planeta, una multiplicidad de civilizaciones muy avanzados, ya sea tecnológicamente similares a la nuestra como a nivel psíquico y con poderes extrasensoriales.


Tras el paso, tan prolongado, de tiempo, entre la existencia de dichas supuestas civilizaciones, no hablamos de millones de años sino de miles de millones, es harto improbable que pudiera encontrarse algún tipo de vestigio, en tanto que éstas pruebas habrían sido literalmente borradas del Tiempo por los cambios geológicos, en tanto que la Tierra es un Ser Vivo que se encuentra en permanente cambio.


Pues bien ese racionalismo de pragmaticidad agnóstica nos convierte en unos seres miopes intelectualmente hablando, en tanto que nos arrogamos la capacidad de modificar nuestro entorno con el fin de permitir que nuestra herencia genética perviva por los siglos de los siglos.


Esto, a nuestro modo de ver, es como si un polluelo se negara a abandonar el cascarón del huevo donde ha crecido porque es el único mundo que conoce. Eso, incluso, nos convierte a la Especie Humana, en menos inteligentes que tales pollitos.


Si alguien piensa que la Tierra es nuestro Mundo por toda la Eternidad, aunque sea esto visto de manera generacional, se encuentra muy equivocado. La Tierra es una suerte de útero para la Vida y la Inteligencia; pero esa Vida y esa Inteligencia, tienen que entender que se trata de algo temporal y que, a la larga, se debe de abandonar para prosperar más allá de las estrellas.


Con esto no estamos diciendo que no haya que cuidar el Mundo en el que vivimos ni sirva de excusa para todos los atropellos que se comenten contra la comunidad viviente del Planeta; lo que tratamos de indicar es que no debemos de obsesionarnos con la situación del Planeta o como vayamos a dejarlo para las generaciones venideras; sobre todo, cuando esos planes de conservación racionalista conllevan la eliminación de un determinado número de habitantes del Planeta.


Esto último, en un futuro más o menos lejano podría suponer la emigración a otros planetas; pero cuando de esto se habla en la actualidad, se están refiriendo a una suerte de exterminio o genocidio de una parte de la Población para que unos pocos privilegiados y su descendencia puedan seguir viviendo sobre la superficie del Planeta. Y esto nos recuerda al polluelo de Cuclillo que siendo mucho mayor que sus hermanastros, por tanto más fuerte y poderoso, los va arrojando del nido, uno a uno, hasta quedarse él solo para recibir la atención absoluta de unos pajarillos que no son sus verdaderos padres y que, por contra, han perdido a toda su descendencia.


Lo que tratamos de indicar, en ésta reflexión, es que por la falta de Fé, damos más importancia a la Vida y a la Existencia de la que realmente tiene. No digo que vivir y existir no sea importante, pues es el medio que tenemos los humanos de retornar a nuestra Divina condición primigenia; pero tampoco debemos de sobrevalorar la existencia temporal.


No tenemos memoria de nuestros ancestros de hace unos pocos cientos de miles de años, cuanto menos de otros de millones o cientos de millones de años. No poseemos recuerdos de cuando éramos semejantes a las amebas o cuando nos transformamos en moluscos e insectos. No tenemos modo de recordar cuando vivimos en Venus y en Marte o cómo tuvimos que abandonar dichos planetas para trasladarnos a la Tierra.


Estos, cerrados de Mente, que pretenden convertir a la Tierra en su propia arca de supervivencia personal no entienden que mañana un pedrusco del Espacio podría acabar con cualquier vestigio de vida sobre la Tierra. Sería paradógico, verdad, que después de tanto asesinato inducido para hacerse un espacio en éste Planeta superpoblado, una Fuerza estelar exterior acabase con los supervivientes y genocidas del resto de la Humanidad.


La Vida y la Inteligencia son una constante no solo en la Tierra sino también en todo el Universo y la Conciencia va tomando, de cada vez, diferentes cuerpos con los que poder manifestarse y continuar con su trabajo de autoconstrucción.


Nosotros, en tanto que estudiantes rosacruces, nos negamos a sumarnos a ese movimiento egoísta y cegato de aferrarnos al ya viejo cascarón de nuestro huevo e intentando echar a los otros con el fin de que pudiéramos sobrevivir nosotros y nuestros descendientes, como si nosotros fuésemos a vivir en sus cuerpos.


Es la falta de Fé lo que nos ha convertido en demonios y a éste Planeta en un infierno. Y esa, supuesta racionalidad agnóstica y pragmática, nos ha cerrado las puertas de la Inteligencia Cósmica que nos dice que somos mucho más de lo que parecemos y que la Tierra no es nuestro único Hogar, sino uno más, uno temporal, entre una infinitud de ellos.


La Fe del Gnostico Rosacruz hace que lo vea todo con ojos muy distintos, sin exagerar las prioridades existenciales. El Mundo es Importante, sí; pero no lo es tanto como para sacrificar a parte de su población para que la otra parte siga dándose la vida padre hasta que un acontecimiento Cósmico los borré del Mapa.


La Fe remueve todos los miedos y nos convierte en héroes en lugar de permitir que sigamos siendo unos cobardes aferrados a una efímera existencia corporal que tiene la importancia que tiene; pero no más.


En Luz, Verdad, Amor


¡Que las rosas florezcan en vuestra Cruz!


Frater Aralba R+C; S.C. de la F.R.A. para España. Linaje Huiracocha, Camael, Amorifer





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