lunes, 11 de diciembre de 2023

13.- y..., sin embargo...

  "¿Y sin embargo?"


-La inspiración del Conocimiento de los antiguos egipcios, en nuestra Cultura Occidental, es cierta-


Aunque hemos hablado de que nunca existió una transmisión directa, mediante secretos iniciados, del Conocimiento Sacerdotal de los antiguos egipcios, el faraónico pre ptolemaico; es decir, anterior a la conquista del Egipto de los faraones por Alejandro Magno, sin embargo la influencia de esa Cultura perdida y olvidada, sí que influyó en nuestra Cultura Occidental, procedente de la Grecia Clásica, en tanto que algunos de sus más eminentes filósofos, tales que Herodoto, Pitágoras y Platón, entre otros, fueron instruidos, por los sacerdotes, en el interior de los templos egipcios. Eso es Historia escrita y viene reflejado, también, en textos de ficción posteriores como en el "Asno de Oro" del Romano Apuleyo.


Muchas veces el equívoco proviene de confundir esos templos de ese nuevo Egipto conquistado por el Gran Alejandro, con ese otro antiguo de los faraones constructores de pirámides; es decir, la más reciente es sucesora de la anterior; pero existiendo grandísimas diferencias. Podemos decir que tanto influyó el Egipto Antiguo en la Grecia Clásica como la propia Cultura Griega influiría en el Egipto conquistado por Occidente.


Así, confundir la Cultura Gnóstica alejandrina del Gran Hermes Trimegisto, con la Cultura embalsamadora de los antiguos faraones y su Dios Ibis, Toth, nos parece un error y volvemos a repetir que, en modo alguno negamos su inevitable influencia; pero lo cierto es que, el gnosticismo alejandrino que contribuyera a la creación del Cristianismo, poco o nada tiene que ver con Amenophis IV o su Hijo Tutankamón; y mucho menos aún, con los constructores de las pirámides de Keops, Kefren y Mizerinos.


Y, sin embargo, el legado Solar, en el Cristianismo, tanto de Amón Ra, como del disidente Atón, es evidente; pero mucho más lo es en la figura de la Trinidad Regia de Osiris, el Dios descuartizado, la Diosa Isis que se ocupa de recomponerlo y de su Hijo Horus, encargado de vengar a su Padre.


No solo el parecido, superficial, con la Trinidad Cristiana es evidente, reconvirtiendo a Osiris como al Demiurgo Dios Creador, a Isis, como a Sophía en la Gnósis o a María, la Madre de Dios, en el Catolicismo o al Espíritu Santo en el legírimo Cristianismo Antiguo y a Horus, el Dios Halcón, como a Cristo el Hijo de Dios y responsable de la reconstrucción de lo que su malvado Hermano Seth destruyera.


Así el simbolismo del Dios Osiris, descuartizado por el Dios Serpiente Apophis, su Hermano Seth, casa perfectamente con el Demiurgo gnóstico fragmentado, en sus criaturas, al final de su Acto Creador; es decir, el Dios no está muerto, solo disperso y así Isis, en tanto que representación de la Naturaleza, es la responsable, no solo de conservar y recuperar las partes del Dios, sino también de reconstituirlo y, bueno, esa es la verdadera función de nuestro Mundo, en tanto que Naturaleza; es decir, por un lado, el preservar el Espíriru del Demiurgo en todas y cada una de sus criaturas; pero también recomponerlo, en un proceso alquímico, para que en el final de los tiempos pueda resurgir como el Gran Hombre Cósmico y que los cabalistas denominan como Adam Kadmón.


Fijáos que Seth, el Dios Serpiente (Ya sabemos que en la Mitología Egipcia Apophis y Seth son dioses diferentes; pero en realidad representan una misma cosa, el Caos, el Mal), en la Mitología Egipcia cumple una función parecida a la de la Serpiente del Paraíso del Génesis Bíblico, en tanto que el opositor a Dios; pero en la Gnósis, la Serpiente, cumple una función bien diferente, en tanto que su misión es abrirle los ojos a la Humanidad para que entienda que Dios vive en su interior y que el supuesto Dios, externo, al que se encuentran obligados a adorar no es otro que un usurpador, un Arconte; en definitiva, un impostor. Es por dicha causa que para los gnósticos lo que conocemos como la Biblia, en su conjunto, en modo alguno es un Libro Sagrado, en tanto que nos relata una Historia falsa procedente de un inspirador Dios impostor y cuyo nombre todos tenéis en la boca y que, aquí, no vamos a nombrar.


Existe una diferencia notable entre la mitología del Egipto Antiguo y de la Gnósis Hermética, en tanto que en la Primera, el Dios Padre es desmembrado por el malvado Dios Serh, mientras que en la Tradición Gnóstica es el propio Demiurgo es el que se fragmenta, a sí mismo, para que la Forma de su Creación pudiera contener Alma; es decir, tomar vida.


En cualquier caso, en todas las religiones, anteriores y posteriores al gnosticismo Cristiano, impera la Cultura de la Dualidad del Bien contra el Mal; esto proviene de la Antigua Sumeria, dando por sentado que existe un Dios bondadoso y su contrincante, generalmente Hermano suyo, ya sea Ariman o Satanás, que es malvado y ocupado en destruir todo lo que el Dios bondadoso construye.


En la Gnósis, a pesar de reconocer su procedencia dualística, especialmente en el Maniqueismo, el problema de la Caída de la Creación, se trata de un asunto accidental provocado por cierta ignorancia divina, debido a una perfección inexistente, y no por la intervención de algún Dios malvado y; es por ello que la Serpiente es tan importante en la Tradición gnóstica, en tanto que es la encargada de iluminar al Ser Humano para que redescubra cual es su verdadera condición, en tanto que Dios encarcelado en una prisión de Materia y que debe de despertar para poder usar todo su poder con el fin de poner orden en el caso y recomponer su verdadera condición divina, mediante el proceso alquímico de la Redención, Salvación o Cristificación.


Hemos dicho que Osiris es el Dios Creador fragmentado y que Isis es la Madre Naturaleza responsable de la conservación del Dios, ocupando Horus, exactamente, el mismo papel, en tanto que Hijo de Osiris, que Cristo en tanto que Hijo del Padre; es decir, mediar entre el Dios oculto y el Hombre representado por su Personalidad mortal humana. Así Horus, representado como la Glándula Pineal, vive, como Cristo en tanto que son lo mismo, en lo más profundo del interior de todos nosotros. Horus, como Cristo es nuestro vínculo con Dios y lo que nos puede hacer ver, en tanto que el Ojo de Dios, ver nuestra natural condición y cuál es nuestro verdadero y divino destino. Horus es Osiris viviendo en el interior de todos y cada uno de nosotros, lo que nos convierte, en hijos del Dios, ya sea de forma consciente o inconsciente.


Por lo tanto, para concluir, podemos afirmar que, aún no existiendo una línea de herencia contínua entre la Tradición Egipcia y la Cultura Occidental del Cristianismo helénico, sí que existe una innegable influencia espiritual que comunica a todas las formas iniciáticas de la Historia, desde la Antigua Sumeria, su contemporaneo Hinduismo en Oriente, y la Cultura Egipcia, hasta la Gnósis Cristiana y la Rosacruz; pero eso, en modo alguno nos permite afirmar, de forma mentirosa, que la Rosacruz naciera en los templos de Egipto; aunque sí podríamos aventurarnos a decir que la actual Rosacruz se vino gestando, como Idea, desde aquellos tiempos tan remotos.


Aralba R+C












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