miércoles, 13 de diciembre de 2023

45.- El afán controlador del Estado

  "El afán controlador del Estado"



-La Firma incontrovertible del esclavismo-


A la totalidad de los políticos se les llena la boca con la Palabra "Libertad"; pero lo cierto es que tanto su actitud, para el Estado, la de todos ellos, para el que laboran es alérgica a la verdadera libertad de sus ciudadanos.


Utilizando excusas, muchas veces peregrinas, como el control del blanqueamiento del capital de la delincuencia, no solo controlan, fiscalmente, nuestras cuentas bancarias sino también las transacciones económicas que realizamos.


El control fiscal de los ciudadanos de a pié es terrible, con la excusa de evitar fugas de capitales; pero lo cierto es que, en ambos casos, esas medidas de control no sirven para la lucha contra la delincuencia que sigue blanqueando capitales y eludiendo el control fiscal; pero sí sirve para que los ciudadanos normales, quienes no delinquimos, no podamos dar un solo paso sin que el Poder del Estado conozca donde estamos, qué estamos haciendo y cómo lo hacemos. Ahora van a por el dinero en metálico para que el control, ya de por sí exhaustivo, se convierta en total y definitivo.


Ese control policial y fiscal, no solo está relacionado con el mundo de las finanzas y de la economía sino también con el uso que hacemos de la información; y en éste caso concreto, la excusa es la preservación de los derechos ciudadanos y de los derechos de autor de los creadores de Contenido. La hipocresía llega a límites tan insospechados que, cuando de cara al Estado perdemos nuestra total independencia, se nos hace creer que el Estado interviene en el control de las Redes Sociales para proteger nuestra independencia y los derechos de autor de los creadores, mediante las organizaciones privadas creadas a tal efecto.


Así vemos cómo, por ejemplo, videos que se lanzan en un País no pueden verse en otros países. Que redes sociales que ya funcionan en muchos países, no puedan ser utilizadas por otros, en tanto que aún no han sido reconocidas, aprobadas, por dichos Estados. Ya no hablemos de la censura que parecería impropia de países que se autodenominan como libres y civilizados.


El intervencionismo estatal, a pesar de ser estados capitalistas, parece más propio de países comunistas que de países que se presumen libres.


Se controla todo, desde las señales radioeléctricas que impiden que nadie sin que haya sido previamente autorizado pueda hacer uso, libre, del espectro electromagnético, so pena de convertirse en un delincuente.  Sí, porque, de forma automática, el intento de esquivar los controles estatales te convierten en un "Fuera de la Ley". Una Ley creada para controlarnos e impedir que podamos ser verdaderamente libres.


En el trasfondo de todo se encuentra el punto de que el Estado nos considera, a los ciudadanos, como meros obreros y consumidores. Obreros a cargo del Estado, ya sea de forma directa si se es funcionario o empleado público, ya indirecta si se labora para empresas privadas; y consumidores porque si los ciudadanos no tuviéramos inculcado, mediante la propaganda y la publicidad, el afán consumista, el dinero no circularía de la forma que requieren las grandes corporaciones dueñas del Capital mediante sus Fondos de Inversión.


Así tenemos que ese engendro genético entre lo peor del Capitalismo y lo peor del Comunismo no es una cuestión de la China del Siglo XXI, sino que en los mal denominados como Países Libres de Occidente, de forma vilmente camuflada, ya se viene dando desde tiempo inmemorial mediante el estricto control de los ciudadanos por parte del Estado.


La prueba palpable de ello, a parte de todo lo ya indicado, tenemos que el Ciudadano no puede circular si no va debidamente identificado con su documento de identidad; que no puede cambiar de País ni no lleva consigo el necesario pasaporte identificativo; que no puede trasladar, de un país a otro, más que un limitado número de sus enseres o patrimonio. Viéndose así que aquellos que desean mudarse de País, tengan que vender sus pertenencias antes de hacerlo para que sus legítimos bienes no sean interceptados en las aduanas. Pongo el ejemplo de cualquier coleccionista, ya sea de relojes o cámaras fotográficas.


Es decir, esa prohibición de trasladar objetos de un lugar a otro, no es exclusivo de las armas de fuego y objetos filosos y que pudieran ser, presuntamente, utilizados para secuestrar un avión, sino que se ve, ese afán del Estado por indicarle al Individuo que esa falsa libertad es prestada por el Estado y que nada de lo que el Individuo cree tener en propiedad es suyo. Así, aunque pienses que tu casa, ya pagada, es tuya, no lo es; dado que deberás seguir pagando tu Impuesto de Bienes Inmuebles de por vida, salvo que quieras que el Estado te expropie la que tú considerabas tu legítima propiedad.


Creo, con sinceridad, que existen pruebas para llenar un libro de mil páginas que demuestran que no somos seres libres y que, por el contrario, todos nos encontramos sujetos a un férreo control del Estado y del que solo están libres los delincuentes que se encuentran Fuera de la Ley y que, por fortuna para ellos, aún no se encuentren entre rejas. Solo dichos individuos bajo la condición de desconocimiento del Estado, pueden disfrutar de una libertad condicionada por la oscuridad que les proporciona encontrarse fuera de la Ley; pero encontrarse sujetos a las posibles consecuencias si son atrapados.


Y cuando hablamos de individuos fuera de la Ley no nos estamos refiriendo al delincuente tipo que suele ser perseguido por las Fuerzas de Seguridad, sino también a aquellos que, de forma organizada, utilizan resquicios legales para evadir impuestos, llevar sus capitales a paraísos fiscales y lavar el dinero negro de actividades ilegales; es decir, estamos hablando de los grandes delincuentes de guante blanco y mafiosos que mediante una sofisticada ingeniería financiera, con apoyo de números cortos del Estado, son capaces de evadir la larga mano de la "Justicia".


Llegamos al Punto en que el Estado, algunos más que otros, pueden considerarse como Estados delincuentes; es decir, Estados que dicen cumplir con los Convenios Internacionales; pero que, en la realidad, actúan de forma oculta al margen de la Ley, constituyendo paraísos fiscales y normas particulares que benefician a los grandes defraudadores del Fisco. No es nuestro cometido identificar a dichos países que, por un lado persiguen el tráfico de ciertas sustancias, actitudes y objetos y que, por otro lado, permiten el tráfico de otras cosas mucho más deleznables como medicamentos, armamentos y personas.


Digamos, para concluir, que vivimos en el seno de Estados delincuentes que controlan a sus ciudadanos como si de presuntos delincuentes se tratarán; pero, además, podemos decir que es el Estado el que decide quienes sí y quienes no pueden delinquir; dependiendo ello, no del bien común de la Sociedad, sino de aquello que puede beneficiar a los políticos; es decir, a la los más altos funcionarios del Estado y donde la Corrupción parece estar plenamente instalada, salvo que les descubran y es por ello que la falsedad, el oscurantismo, la hipocresía y la mentira son las normas más comunes entre la Clase Política que da forma a los diferentes Estados-Nación.


Aralba R+C





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