"Ante de hablar de otros, mírate en el Espejo"
-No todos somos iguales-
"Niño
Deja ya de fastidiar con la pelota
Niño, que eso no se dice
Que eso no se hace
Que eso no se toca"
(Estribillo de Esos Locos Bajitos, Juan Manuel Serrat)
En éste Mundo todos hemos venido con unos dones muy particulares. Algunos poseen una facilidad innata para las artes manuales; otros para la Literatura o la Oratoria.
Existe un dicho que dice "No le pidas peras al Olmo"; es decir, es posible que tengamos a una Persona tan introspectiva que sea un Genio pero no pueda, por tener algún grado de autismo, expresar oralmente lo que siente; pero, sin embargo, sí mediante sus creaciones plásticas o literarias.
Dicho lo anterior, ¿Quienes somos nosotros para decirle a alguien que tiene que hacer unas cosas y dejar de hacer otras?; es decir, Niño, deja de tirar la pelota y haz esto otro. "Deja de hablar o parlotear y ponte a trabajar". No se dan cuenta que actuando de esta manera podemos estar coartando la creatividad de la Persona; es decir, instándole a no utilizar los dones recibidos de Dios, porque nosotros nos situamos, arrogantemente, en el lugar del Creador para decirle a quien sea lo que debiera o no de hacer.
"Deja de hablar niño y ponte a trabajar"; pero quizá, el trabajo de ese niño sea hablar, escribir, dibujar, pintar o esculpir, con el fin de mostrarnos lo que bulle en su Alma y lo hace mediante el Don o los dones que Dios le haya concedido.
Existe una cosa que se denomina comprensión y el máximo grado de comprensión es la empatía; es decir, ponernos en los zapatos del otro. ¿Somos incapaces de comprender que lo que alguien hace lo hace porque es lo que tiene que hacer, y no hará lo que a nosotros nos gustaría que hiciese, porque eso que hace lo hace por mandato de su Ser Interno?. Cada cual trabaja según puede y le dicta su Ser Interior. Escribir bonito o hablar bello también es un trabajo noble si está dirigido a tocar el Alma de los otros.
Tal y como dice Juan Manuel Serrat "Niño, deja de hacer ésto, deja de hacer lo otro, no tires la pelota" significa que con nuestra imposición dogmática estamos castrando, jesuiticamente, la creatividad de aquellos en los que deseamos imponer nuestra voluntad.
La Gente es como es y no lo que a nosotros nos gustaría que fuera. Deja que el niño cocine si tiene habilidades para la cocina, aunque tengas tú que estar delante observando para que no se haga daño. Quizá su destino sea, de mayor, ser un insigne Chef. Nosotros no podemos conocer las habilidades de los demás, sin conocer a la propia persona y sus verdaderas motivaciones. Juzgando así, podemos ser injustos al hacerlo.
En el Mundo del Espíritu sucede otro tanto de lo mismo. Unos han nacido para predicadores y otros para profetas. Unos han venido con la vocación del sacerdocio y otros con el don de ayudar a la gente. Algunos, unos pocos, quizá sean unos buenos predicadores, buenos profetas, buenos sacerdotes y mejores ministros y misioneros; pero eso no significa que tenga que ser así y es por ello por lo que las personas siempre damos lo mejor de nosotros cuando cumplimos con nuestra Vocación usando los mejores dones, para hacerlo, que Dios nos ha dado o que hemos traído con nosotros desde la Cocina del Destino; que es exactamente lo mismo.
Decir de alguien a otro lo que debería o no de hace un tercero, no presente, es juzgarlo sin conocer sus dones y virtudes y estaríamos haciendo el juego sucio al maligno; es decir, a la ignorancia que nos imponen los arcontes.
Más nos valdría meternos dentro de nosotros y juzgarnos, a nosotros mismos a cada minuto para que nuestras palabras y acciones respecto de los otros no resulten absurdamente ridículas.
A veces deberíamos de hacer un ejercicio muy sencillo y es ponernos ante un espejo y decir delante de él lo que pensamos de alguien que, por lo que sea, no nos caiga bien. Si lo hacemos y comenzamos a platicar esas palabras, nos daremos cuenta de que todo lo que sale de nuestra boca no va dirigido al otro sino a nosotros mismos.
Somos tan inconscientes que no nos damos cuenta de que nuestro Ser Interno nos está diciendo, no lo que debe de hacer o cómo debe de comportarse otro, sino lo que nosotros debemos de hacer y como debemos de comportarnos.
Quizá le estamos diciendo al niño que no tire la pelota por envidia; en tanto que algo que buye en nuestro interior quisiera que fuésemos nosotros quienes cogiéramos la pelota y la tirásemos; pero una suerte de condicionamiento interno, de naturaleza castrante, nos lo impide y como algo nos lo impide a nosotros intentamos que los demás tampoco puedan hacer lo propio.
Usa el experimento del espejo antes de juzgar a nadie y verás como tengo razón. Si lo haces impedirás caer en el ridículo que haces cuando hablas de otros a sus espaldas y te evitarás el posterior bochorno, cuando te vayas a la cama y te preguntes asombrado: "Pero ¿Qué he hecho, como he podido ser tan tonto?
Frater Aralba R+C
Soberano Comendador de la FRA para España, Aula Madre Lucis, Rosa Mística.
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