"El Fin de la Civilización Occidental"
-Vivimos tiempos de sarasas-
A.M.L. "Rosa Mística" de la F.R.A. española
¡Paz, Tolerancia, Verdad!
No se trata de una cuestión de homosexualidad; en tanto que los antiguos griegos espartanos la practicaban aunque no perdían su virilidad en la batalla. Nos referimos más a una innata cobardía que a una tendencia sexual determinada.
Ese afeminamiento que afectó a Roma, justo en su punto de declive, como Imperio, sin vuelta atrás es lo que le está sucediendo a nuestra Cultura Occidental y, lamentablemente, unos pocos, muy pocos, no podemos hacer mucho por impedir su irreversible deterioro y que la conducirá a su final y desaparición.
Repetimos, no se trata de una determinada conducta sexual contra la que no tenemos nada que objetar; en tanto que la respetamos como algo plenamente natural; pero esas conductas buenistas y afeminadas que consideran que el Mundo es jauja y que hay que disfrutarlo como quien acude a un parque de atracciones, con conductas amaneradas, sin importar lo que pase al otro de la verja; eso, eso es lo que está llevando a nuestra Civilización hacia su destrucción.
La Femineidad como la Virilidad son virtudes indudables que nos convierten en fuertes y, al mismo tiempo, en bondadosos; pero ese afeminamiento del que hablamos, por el contrario, está cargado de egoísmo y cobardía. Dos atributos negativos cuyo camino conduce al desastre más absoluto.
Un afeminado, un Sarasa no es capaz de defender su status social ni modo de vida, por el mero hecho de que, ante cualquier atisbo de violencia, se mea encima y se caga en los pantalones; es decir, no es capaz de responder con autoridad y valentía contra aquellos que intentan arrebatarle su civilización y la de sus hijos y nietos.
Existen hombres con una cuasi infinita bondad femenina como existen mujeres con una valentía más viril que la de la mayoría de los hombres y es por ello que los términos, aquí utilizados, de afeminados o sarasas- deben de descontextualizarse de cualquier connotación sexual.
Se trata de una actitud vital ante la vida. Una cosa es rehuir la violencia, cosa que nos parece bien y otra, muy distinta, paralizarse ante la violencia como el ratón ante la mirada de la víbora al predecir su inevitable final.
La Civilización Occidental se va a perder sin luchar porque quienes gobiernan sus países no están capacitados para hacerlo, en tanto que, todas sus cualidades son negativas y fundamentadas en el egoísmo, la avaricia personal y la cobardía.
Egoísmo, en tanto que, hoy, quienes se preparan para arribar al poder, no lo hacen con la intención de mejorar la situación de su Comunidad, sino la de ellos mismos y, quizá, la de su familia más allegada. Así, son un nido de corrupción y ladronicio, de gentes incapaces de tener una mirada a medio y largo plazo; sino que, su cortoplacismo solo los conduce a llenarse las alforjas lo más rápidamente posible, sin importar lo que pudiera sucederle a los demás en un futuro cercano, incluidos los miembros de su familia.
Bien, esos tipos, egoístas y ruines también son unos cobardes limitados de inteligencia y que cuando llegue el momento, a pesar de lo que dijeran cuando decían tener ideología, se postrarán ante cualquier ídolo con tal de mantenerse vivos y no morir como consecuencia de sus malas acciones.
Una Sociedad debe de ser gobernada por la Bondad de la Femineidad; pero también con la Virilidad de la Valentía y Fuerza de Voluntad. Los cobardes afeminados no poseen fuerza de voluntad sino, tan solo, un instinto de conservación, personal patológico, tan grande que impide que pudieran pensar en el resto de sus congéneres, ya sean gente alejada o familiares cercanos.
Las democracias occidentales, reflejos de la Democracia de la Griega Clásica, ha convertido en buenas las palabras de Platón, cuando éste Filósofo criticaba a la Democracia Griega como fuente de corrupción y degradación.
Las democracias permiten que las mayorías, aunque sean estúpidas e ignorantes, puedan tomar el Poder y llevar sus tesituras a cabo. Esto supone, a medio plazo, una degeneración de la Sociedad que la convierte en vulnerable ante los ataques de la barbarie externa. Eso le sucedió a Roma como también a la mayoría de los grandes imperios que, dormidos en los laureles del buenismo bondadoso de una feminidad extrema (sarasismo), obviaron la virilidad necesaria para poder defender su forma de vida.
Así, las huestes bárbaras, encontrándose a las puertas, solo esperan su momento. Un momento que, inevitablemente, llegará cuando la Civilización ya no sea capaz de defender su estilo de vida porque ha perdido su virilidad y ya solo queda la sumisión ante la barbarie, en tanto que los pocos ciudadanos viriles lo único que pueden hacer es morir por una Causa perdida.
Repetimos, no se trata de una cuestión de homosexualidad sino de haber perdido los valores que distinguen a la virilidad, ya venga del género masculino o femenino.
Nosotros ya somos mayores y no sabemos si veremos la caída de éste Gigante, con pies de barro, que es Occidente; pero que su caída es inminente, se trata de una certeza en tanto que ha perdido sus valores morales y que, no son otros, que los del Cristianismo de nuestra Tradición de Occidente.
Colocaré la silla en el dintel de mi casa y allí me sentaré a contemplar el lamentable espectáculo de la Caída de Occidente porque es lo que queda y no creo que se pueda hacer algo para evitarlo, pues los que podríamos hacerlo, ya somos ancianos y nuestra virilidad, por causas naturales, se encuentra muy mermada.
Ya está bien de buenismo. Alguna vez que otra viene bien alguna sonora bofetada.
En Luz Verdad y Amor
Que las Rosas florezcan en vuestra Cruz
Frater Aralba R+C; S.C. de la F.R.A. española; linaje Huiracocha, Aureolus, Camael, Amorifer
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