“El Misterio trinitario del Ser Humano”
-Cuerpo, Alma y Espíritu-
Nuestro Lema: (Lee, Copia, Guarda y Comparte), que ni una coma se pierda.
A.M.L. “Rosa Mística” de la F.R.A. en España
¡Paz, Tolerancia, Verdad!
Solo existe el Éter o Quinto Elemento, Esencia de la que está constituido Dios, que es el Espíritu, el Uno; luego entonces ¿posee algún sentido el hablar de un Cuerpo Tripartito constituido de siete esencias, necesarias para habitar en siete planos vibratorios diferenciados? La verdad, según se mire y la necesidad que tenga, cada cual, de calentarse la cabeza con cuestiones básicas; pero perfectamente innecesarias. Recuerden: “Vanidad de vanidades, todo es Vanidad”
No obstante, ya que hemos roto éste coco intentaremos compartir, con ustedes, parte de su leche contenida.
Es importante tener en consideración que lo único existente, real y verdadero es el Espíritu de Dios. De ese Espíritu, no de otra cosa, están constituidas todas las cosas, ya sean visibles y tangibles o invisibles e intangibles. La diferenciación de las cosas, respecto del Espíritu perfecto de Dios, es su nivel de vibración. Se suele entender, de forma errónea que a más alta vibración; es decir, frecuencia ondulatoria, más nos acercamos a la perfección espiritual; pero ésto no es así, sino justo al contrario.
A medida que el nivel vibratorio va disminuyendo y la frecuencia ondulatoria, en su longitud de onda se va haciendo menor, más lejos nos encontraremos del Espíritu densificado y más cerca de la placentera quietud del Espíritu. Esto, cualquiera lo puede comprender bien si comparamos la frecuencia de vitalidad de un ratón con la de una Persona. El ratón vive en un estrés permanente como si su siguiente minuto de vida fuese a ser el último, el Ser Humano también vive desenfrenadamente; pero no tanto y, consecuentemente, su vida es más “Tranquila” y prolongada. Conforme nos acercamos a la Esencia pura del Espíritu, el movimiento se enlentece hasta desaparecer por completo y esa es la causa de que se relacione a Dios con el Tao, “No Hacer”
Pues bien, así las cosas, nos encontramos en condiciones de afirmar que el Espíritu, Dios, el Pleroma no es otra cosa que el Superconjunto de Naturaleza Eterna e Infinita que contiene en su Seno una infinitud de subconjuntos, unos eternos y, por lo tanto inmortales, como es el caso de los eones que conforman la Corte Celestial y otros finitos y mortales, como es el caso de la Creaciones de los eones y cuyo Ejemplo más palpable sería nuestro propio Universo.
Antes de continuar, necesitamos indicar a nuestros amables lectores que nosotros, en tanto que Discípulo de la Fraternidad Rosacruz, no nos encontramos aquí para relatarles acerca de la existencia de una Serie de Misterios insondables, los dogmas eclesiásticos de las diversas doctrinas; sino para todo lo contrario, desvelar, en lo posible, tales, mal llamados misterios, y sondearlos hasta que puedan quedar perfectamente aclarados. Nosotros, ustedes y yo, en tanto que seres conscientes y constituidos por la misma Esencia de Dios, nos encontramos capacitados para ir desvelando, a largo plazo, todos los Misterios, según se nos vayan confrontando o saliendo al paso.
Sabemos que algunos nos dirán que eso es una arrogancia de la personalidad; es decir, vanidad de vanidades; pero en el caso de lo que les comentamos, es simplemente la Verdad.
Pues bien, conociendo la Naturaleza del Espíritu estamos en condiciones de abordar la Naturaleza de la materia densa mediante la que se encuentran compuestos todos los cuerpos; es decir, la segunda parte de esa Trinidad corpórea que en nuestra reflexión estamos abordando.
Los Cuerpos, la Materia no es otra cosa que una densificación de una porción infinitesimal; es decir muy, pero que muy pequeña del Espíritu que constituye el Pleroma Eterno e Inmortal. El origen de ello nos lo muestra el Evangelista Juan en los primeros versículos del primer Capítulo de su Evangelio: “En el principio era el Verbo (la Palabra), el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Por el Verbo todas las cosas fueron hechas y sin el Verbo nada sería”
El Verbo, la Palabra, es la Vibración o Frecuencia Electromagnética que pone en marcha la Creación y que nuestros científicos conocen como el Big Bang o uno de ellos en el caso de la Teoría de los ciclos de explosión e implosión del Dr Penrose; pero, en el fondo, en ambos casos existiría una Fuerza vibratoria primigenia que sería la causante de que el Mundo material pueda existir.
Digamos que lo que conocemos como el Cosmos, la Creación, nuestro Universo, no es otra cosa que una diminuta burbuja, dentro del Pleroma, que se sustenta gracias a un nivel de vibración creciente y sostenido en el tiempo, siendo los niveles de vibración más elevados los cuerpos más densos posibles y los de menos vibración los más sutiles como el agua o los diferentes gases que constituyen el fluido conocido como “Aire”
Digamos que esa burbuja celular de materia se encuentra aislada del conjunto del Espíritu por una suerte de membrana, la brana de la Teoría de Cuerdas, y que no es otra cosa que la Sede del Mundo Cuántico, un Universo inclusivo que sustenta nuestra Realidad y donde lo que existe persiste gracias a un permanente Estado vibratorio conocido como vacío cuántico o Caos Cuántico, un lugar donde las partículas pueden existir en diferentes lugares y estados y donde no existe el paso del Tiempo. El Mundo Cuántico es una suerte de balsa y al mismo tiempo frontera que delimita al finito Mundo de la Creación del Infinito Mundo del Espíritu.
Creo que, con lo expuesto, estamos en condiciones de comprender aquello que denominamos como Espíritu y, también, lo que denominamos como Cuerpo; pero ¿donde queda el Alma?, aquello que permite que el Espíritu pueda adquirir experiencias y conciencia del delimitado y creado Mundo Físico.
Hemos visto o, al menos intuido, que el Espíritu no tiene forma ni dimensiones debido a su infinitud y que, por el contrario, el Cuerpo manifestado sí que tendría una forma y dimensiones debido a su finitud, pues el Alma no sería otra cosa que una gradación de vibraciones entre la densidad y elevadísima Frecuencia vibratoria del Mundo Físico y que permite que las partículas surgidas de vacío Cuántico conformen cuerpos densos y la, prácticamente inexistente, frecuencia vibratoria que constituye, con su casi infinita longitud de onda en la frontera del Pleroma.
Sin esa gradación de frecuencias, el Alma, no existiría y la confrontación de la Naturaleza del Espíritu con el de la Materia haría imposible la existencia de ésta última, en tanto que la frecuencia vibratoria se amortiguaría ante la infinita quietud del Espíritu.
Se suele decir, de forma errónea, que la alta vibración del fuego espiritual destruiría la materia constituida de una muy baja vibración. Cómo pueden comprender nuestros lectores es justo al contrario de cómo lo ha venido planteando la Teología. Dios no es el rapidísimo ratón respecto del torpe Hombre, sino la placidez del liviano Paisaje de un Océano en reposo, respecto del Hombre.
El Alma, permítanos el símil informático, sería la interfaz necesaria, el teclado, para que el Usuario, el Espíritu, pueda comunicarse con su Máquina, el vehículo material que es el Cuerpo.
La Constitución del Alma, debido a sus diversos niveles vibratorios es de una gran complejidad, pues posee, dentro de su gradación vibratoria, partes muy densas e indiferenciadas con la materia y partes muy sutiles e indiferenciables del Espíritu del Pleroma; pero resumiendo mucho podemos decir que esa Alma que funciona a modo de frontera permeable y pegamento con el Espíritu del Pleroma, estaría constituida de una parte material y, por lo tanto, finita y mortal; es decir que se terminaría destruyendo tras la finalización del proceso de existencia y otra espiritual y, por lo tanto, infinita y eterna que seguiría persistiendo tras la natural destrucción del Cuerpo Físico.
Así las cosas podemos afirmar que la pervivencia de la información y conciencia fruto de las experiencias del Cuerpo y su alma mortal, depende exclusivamente, del trasvase de información que, en vida, se haya producido de la parte vibracionalmente más alta del alma, unida a la Materia, hacia la parte vibracionalmente más baja del Alma y que se encuentra intrínsecamente unida al Pleroma.
Así, lo que la Rosacruz denomina como pervivencia o supervivencia del Alma no es otra cosa que el rescate “salvación” de la Información producida por las experiencias en el Mundo Físico por la Personalidad, digamos que la parte más grosera del Alma material y que haya sido depurada, filtrada y trasvasada hacia la parte del Alma Inmortal y que es indiferenciable del Espíritu del propio Pleroma que, en el fondo, es el que lo contiene todo y donde se produce todo, aunque de modo aislado mediante la frontera cuántica que delimita el Mundo del Espíritu del Mundo de la Materia.
Para finalizar y evitar errores de comprensión e interpretación, diremos que la Frontera del Mundo Cuántico que envuelve, en forma de membrana, a la esfera del Mundo material no es una frontera espacio temporal al uso, cómo podríamos representar en un mapa geopolítico, sino que se trata de una frontera intrínseca a cada una de la partícula que surgen y se forman en el Plano del Vacío cuántico, el Campo de Higgs; es decir, cada infinitesimal partícula cuántica que forma nuestro Universo Material, por el mero hecho de existir, ya trae consigo esa frontera insondable que separa el Espíritu de la Materia y que impide que lo que suceda en el Mundo de la Materia pudiera contaminar al Mundo del Espíritu. El hablar de burbujas, fronteras y demás analogías solo son subterfugios utilizados para que podamos intentar entendernos. En el fondo, solo nuestro tutor Interno, la Partícula de Cristo que vive en nosotros, puede comprender la profunda verdad que intentamos, torpemente, expresar.
En Luz, Verdad, Amor
¡Que las rosas florezcan en vuestra Cruz!
Frater Aralba R+C; S.C. de la F.R.A. en España; Linaje: Huiracocha, Aureolus, Camael, Amorifer
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