miércoles, 13 de diciembre de 2023

46.- La Verdad acerca del Creador

  "La Verdad acerca del Creador"


-El velo de la Ignorancia es lo que hace que no avancemos-


Quizá, el Tema de la Naturaleza del Demiurgo es el que más veces hemos tratado, en tanto que el error se ha instalado, por norma, en todos los sitios de Internet, acusando al Demiurgo de ser una suerte de Demonio Cósmico y relacionándolo con el iracundo Jehová judío.


Muy probablemente, a menos a día de hoy, la verdadera naturaleza del Demiurgo, solo la podréis encontrar aquí, en nuestro "Colegio Invisible de la Rosacruz". Y no es porque yo mismo no haya estado, igualmente, equivocado acerca de la Figura del Creador y Arquitecto del Universo. Y muy equivocado. Cosa que podréis comprobar por vosotros mismos si leéis nuestros trabajos anteriores.


El error se produce al confundir, desde tiempo inmemorial, incluso por parte de algunas variantes gnósticas, la Naturaleza del Gran Arquitecto de los Mundos, el Demiurgo, con un Arconte impostor que se viene haciendo pasar por Él. Ese Arconte, Padre de la Ignorancia y de la Mentira, no es otro que el que posee muchos nombres, entre los cuales podemos nombrar los siguientes: Enlil, Arimán, Baal, Jehová, Cronos, Saturno y "Al-láj"..., Por supuesto se le ha nombrado de muchos modos y los gnósticos valentinianos lo conocieron tbién como Autades o el Gran Presuntuoso; pero en el fondo, éste impostor o suplantador del verdadero Demiurgo, no es otra Cosa que el más importante de la Jerarquía de los arcontes: "el Tiempo" y que no es otra cosa que la anomalía que hace que nuestro Universo, en lugar de ser un Paraíso perfecto, sea un Infierno absoluto.


Partimos de la Idea de que tratamos con mitos que no deberíamos de interpretar como hechos objetivos, sino como símbolos dirigidos a nuestra Naturaleza Interior. Por lo tanto, cuando hablamos de eones o arcontes, no estamos tratando de seres como nosotros los seres humanos o parecidos. Se trata de símbolos encriptados que solo puede comprender nuestra Naturaleza Interior y que la Personalidad, por sistema, siempre interpretará de forma errónea. Por lo tanto, lo que sigue a continuación no lo tomen ni de forma personal ni al pie de la letra, por favor.


El Creador o Demiurgo es una emanación, en tanto que voluntad creadora, del Eón Sophía, así como Sophía, junto al resto de los infinitos eones, no es otra cosa que una de las infinitas emanaciones, células, de la Plenitud, el Todo, el Pleroma de los gnósticos, el Único y verdadero Dios incognoscible e innombrable. No posee nombre alguno.


Por decirlo de algún modo, el Pleroma, en origen no es el Creador, en tanto que Él delega ese trabajo en los eones en tanto que emanaciones propias. Los eones, nuestra Sophía también lo es, por su parte requieren emanar de su propia substancia, el mismo Éter del Pleroma, una Voluntad Creadora, en tanto que los eones son meros receptáculos conscientes de las Ideas del Pleroma. Así, cada Eón posee su propia Memoria de la Naturaleza y que no es otra cosa que los archivos Akashicos de los teósofos. Evidentemente, en tanto que todo son emanaciones del Pleroma, el Mundo o mundos de las Ideas, aunque se encuentren, por delegación, gestionados por los eones, pertenecen al Pleroma; de hecho, todo pertenece al Pleroma y el Bien y el Mal o lo Bueno y lo Malo solo son conceptos muy limitados procedentes de la confusa interpretación de la Mente Humana.


Podríamos remitirnos a los mitos más antiguos y menos conocidos; pero para no liar, de forma innecesaria, a nuestros pacientes lectores, nos remitiremos a la Tradición Judeo Cristiana, la más conocida por todos nosotros en tanto que occidentales, y que se refleja en el Génesis de la Biblia. 


En tanto que éste Tema lo hemos tratado de forma repetida, no volveremos a traer los pasajes bíblicos a modo de ilustración, sino que invitamos a nuestros amigos a buscar las referencias, en Internet, en nuestros anteriores trabajos o, más fácil aún, tomar la Biblia, abrir sus páginas por su primer Libro, el Génesis, y comenzar a leer los primeros capítulos de forma repetida.


Lo primero que llama la atención a los lectores que, por primera vez, se acercan al Génesis es que parecen existir dos creaciones consecutivas y que si somos un poquito espabilados, parece que hubiesen sido realizadas por dos seres completamente diferentes.


En la primera de esas creaciones no se usa, para nada, el Nombre de Jehová, sino el de Dios Elohím, el verdadero Demiurgo, que sobre sus espaldas soporta tanto la responsabilidad del Pleroma, la de Sophía y la suya propia; de ahí el plural "Elohím"; no se trata, como dicen erróneamente algunos, que se trate de varios dioses, sino solo uno con diversas características: El Pleroma o Substancia Divina, Sophía, en tanto que un Eón con parte de las ideas perennes del Pleroma y el Gran Arquitecto del Universo, el Demiurgo, en tanto que Voluntad Creadora.


Pues, efectivamente, en el primer acto Creador de Dios Elohím podemos comprobar la mano del Demiurgo haciendo cumplir la Voluntad Creadora procedente de la Mente de Sopgía y así se crea el Mundo, todo lo que existe, en seis días cósmicos; siendo el simbólico día Sexto el de la Creación del Ser Humano, del Hombre, insuflándole aliento de vida, que de forma extremadamente explícita nos dice "Varón y Hembra los creó"; pero en ese mismo lugar, a continuación, se nos indica que el séptimo día se retiró a descansar.


Si damos crédito a esa primera creación sobre el relato de la Creación posterior, hay algo que no cuadra con la mano embustera de Autades, el Gran Presuntuoso, en tanto que Jehová como impostor de Dios Elohím, el verdadero Demiurgo Creador del Mundo.


Dios insufló aliento de vida, mediante su Espíriru, en el Hombre, símbolo final de su Creación y a continuación se retira a descansar, dejando su Creación en las suplentes manos de los arcontes comandados por el Tiempo, Jehová de los Ejércitos. 


El Demiurgo cuando proporciona su aliento vital lo que nos está dando a entender, junto a lo de retirarse a descansar, es que se funde con su Creación; esto estaría dando la razón a aquellos que como Nietzhe, dicen que Dios ha muerto; en realidad se trata de una mera analogía, en tanto que el Dios Creador vive fragmentado en el conjunto de su Creación, por supuesto, también en nosotros. El Demiurgo hizo las cosas lo mejor que pudo y se fusion9 con su Trabajo, siguiendo las órdenes, primero del Eón Sophia y, con posterioridad, del Consejo Celestial de los Eones, que no es otra cosa que una representación simbólica del propio Pleroma.


Por lo tanto, debe de quedar, para nosotros, meridianamente claro, que el Demiurgo emanación de Sophía y del Pleroma, no es un Arconte y mucho menos un Demonio. El Demiurgo, tras su Creación deja de existir, en tanto que Demiurgo y se incorpora en sus criaturas como una Chispa de Espíriru, fuente del Alma Inmortal de los seres humanos y del resto de posibles seres conscientes. Algo a lo que los Rosacruces conocemos como Cristo, el Maestro o nuestro Señor.


En el segundo relato del Génesis, ya sí, se nombra a Jehová como Dios y podemos descubrir algunas incoherencias respecto del relato anterior. En el primer relato, se nombran pormenorizadamente, cada uno de los días de la Creación, el Trabajo realizado y finalizando cada día y vió Dios que era bueno y fue el día tal, el correspondiente del Proceso Creador.


En el segundo Relato solo se indica que Dios Jehová creó el Mundo y que, al final, creó a Adán, el varón, para que controlase lo Creado y se enseñoreara de todo lo creado; algo así, como convertir al Hombre como en una especie de capataz o encargado de la Creación referida a la Parcelita del Paraíso Terrenal en las tierras sumerias entre los ríos Tigris y Eufrates. 


Cuando ya, en el primer relato, Dios Elohím se retira a descansar, aquí Dios Jehová, al no encontrar Adán, parte del Hombre, entre todas las criaturas creadas, una compalía adecuada, lo sume en un profundo sueño, le sustrae una costilla y, a continuación, modela con ella al Hombre hembra Eva.


A continuación, en éste segundo relato, ya conocéis que en lugar de retirarse, como hiciera Dios Elohím, Dios Jehová comienza a ponerle a Adán y Eva palos en las ruedas, diciéndoles que, vamos, pueden hacer con todo lo creado lo que les venga en gana; pero que hay un arbolito, el Arbol del Bien y del Mal, justo en medio del Paraíso, del que no pueden ni deben comer de su fruto, pues si no, la maldición del dolor y de la muerte recaería sobre ellos y es lo que, al fin, vendría a suceder.


Como vemos, en el primer acto, Dios Elohím se comporta como un mero Creador del Mundo; pero, en el segundo relato, Dios Jehová se comporta más como un interventor, vigilante y controlador.


Esto es así porque Dios Jehová no es Dios Elohím, el verdadero Hacedor del Mundo, sino el encargado de mantener a la Creación en perfecto estado de revista. Esa función es la que le corresponde a toda la jerarquía de arcontes y que las religiones han subdividido en jerarquías de ángeles y demonios. Los arcontes, Dios Jehová lo es, son los encargados de mantener en pie los pilares del Universo, desde el recorrido de las galaxias, las órbitas de satélites y planetas, hasta el funcionamiento interno de las células, moléculas y átomos. 


Los arcontes, en tanto que ángeles o demonios, son infinitamente inferiores al Ser Humano, dado que las criaturas de la Creación poseemos, en nuestro interior, la Chispa de Espíritu Eterna del Demiurgo y los arcontes son, sin embargo, meros algoritmos matemáticos de programación que actúan de forma automática sin poder manifestar vida o conciencia; es decir, Alma, el privilegio de toda Vida.


Dicho todo lo anterior, como vemos, se trata de un error señalar al impostor del Demiurgo, su suplantador, el encargado de mantener en pie la estructura del Universo; es decir, Jehová o cualquiera de sus numerosos nombres, como un ser benigno o maligno. Simplemente, tanto él como el resto de los arcontes cumplen con su función encomendada y el que nos sea benéfico o perjudicial solo depende de nosotros, fundamentalmente de nuestro grado de ignorancia acerca del funcionamiento de las leyes naturales. De ahí que, desde el comienzo de ésta reflexión, hemos indicado que el personalizar las cualidades de los arcontes es un error de perceoción debido a la ignorancia producida por nuestra falta de recuerdos del Demiurgo, ya que esos recuerdos se encuentran fragmentados en todas y cada una de las partículas de la Creación a modo de diminutas piezas de un Cósmico Puzle.


Espero que, por fin, se pueda entender la verdadera Naturaleza del Demiurgo en tanto que emanación del Eón Sophia, la Voluntad, considerando que, nosotros mismos y en ese mismo sentido, también somos emanaciones del Demiurgo, en tanto que en nosotros vive una chispa de Él, la Voluntad Divina, y así, podemos decir que no existe diferencia entre el Creador y su Creación, en tanto que ésta última está permeada, hasta la más diminuta partícula, por su Creador.


Todo lo que veáis por ahí, referente al Demiurgo y que no sea lo que aquí se comenta, está errado.


Aralba R+C   








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